Hasta hace pocos años, Perú apenas producía arándanos.
Hoy, es es el mayor exportador del mundo y empresas agropecuarias de todo el planeta invierten en el país para sumarse a un boom para el que no se atisba un final.
«Cuando empezamos apenas se producían y hoy Perú se ha convertido en la meca de los arándanos», le dice a BBC Mundo Carlos Gereda, fundador de la compañía Inka’s Berries y referente en la producción de estos frutos en el país sudamericano.
Él fue el pionero, el primero en detectar el potencial de su país como superficie de cultivo de un fruto que no se daba en él y lanzarse a explotarlo. Es el gran artífice de la explosión de los últimos años.
Todo empezó en Chile
Desde su despacho en una torre de oficinas del distrito limeño de Magdalena del Mar, Gereda recuerda que su proyecto comenzó en 2002, tras un viaje de unos amigos de su padre a Chile, precisamente el país al que Perú ha acabado desbancando en el mercado regional.
«Yo estudiaba entonces Ingeniería y Gestión Empresarial, pero era agricultor de corazón, porque mis padres eran agricultores en Chincha, y mi padre descubrió por unos amigos que habían viajado a Chile el éxito que tenía la industria del arándano allí», cuenta.
Tras viajar él mismo a Chile para verlo con sus propios ojos, Gereda se embarcó en una aventura en la que no muchos creían. «La literatura decía que en Perú no se podían producir arándanos porque no hay suficientes horas-frío», recuerda.
En agricultura se conoce como hora-frío a las horas en las que la temperatura no supera los 7 grados centígrados. En Perú, eso solo sucede en zonas de la sierra andina, pero producir allí no era una opción.
«La logística allí es muy difícil, porque es una zona muy agreste y tiene poco acceso», explica Gereda.
«Las grandes empresas agrícolas están en la costa, y sabía que para ser rentable nuestra industria debía ser capaz de producir ahí».
Convencido de que su proyecto requería producir las plantas en Perú, Gereda se hizo con más de 10.000 plantas de 14 variedades diferentes en Chile para probarlas en Perú.
Inició entonces un proyecto en colaboración con el Instituto de Biotecnología (IBT) de la Universidad Nacional Agraria La Molina para clonarlas in vitro por reproducción meristemática, un método que permite la creación de nuevas plantas a partir de un tejido vegetal llamado meristemo.
Es un procedimiento que se ha hecho habitual en las últimas décadas para obtener cultivos más sanos o con características específicas.
Se abrieron así dos caminos paralelos. Mientras Gereda probaba las 14 variedades chilenas en los terrenos de su familia en Chincha, los científicos del IBT buscaban en el laboratorio la forma de propagarlas in vitro.
En 2008, llegó el ansiado eureka. «Los científicos del IBT nos informaron de que habían dado con el modo de reproducirlas in vitro y yo por mi cuenta había comprobado que cuatro de las 14 variedades chilenas funcionaban bien».
Al año siguiente, fundó su empresa y empezó a proveer a cuatro compañías agropecuarias que comenzaron a producir arándanos con sus plantas y acabaron comprobando que los mejores resultados se alcanzaban con la variedad Biloxi, una de las cuatro chilenas, que ha sido el motor de la revolución del arándano peruano en los últimos años.
«Para que Perú se convirtiera en un jugador en el mercado mundial era imprescindible tener fruta entre finales de agosto e inicios de diciembre, porque en esas fechas nadie más la tiene en el mundo, y en eso brilló la variedad Biloxi», explica Gereda.
Pero la árida costa peruana, un desierto en su mayor parte, no invitaba al optimismo.
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